LEE UN RELATO AL AZAR


Ver una entrada al azar

lunes, 1 de julio de 2013

CUANDO UN AMIGO SE VA (Saiz de Marco)

No tiene nombre. No es un castaño, ni un roble, ni un peral, ni una higuera. Tendrá, a lo sumo, un nombre en latín en libros de botánica. Pero no lo necesita. Es, simplemente, el árbol.

También se ignora quién lo plantó. Sólo se sabe que es alto, grueso y frondoso. Y que está “desde siempre” en el patio del colegio.

Bajo su copa han jugado varias generaciones de niños. Casi todos han trepado por su tronco, han atado una cuerda a alguna rama para hacer un columpio y se han sentado a su sombra a la hora del recreo. Algunos han escrito en su corteza el nombre de su amor, de ese amor inicial a los doce años.

La caída de sus hojas avisaba del otoño. El verdor de sus ramas anunciaba otro abril: de nuevo manga corta, el final de otro curso. Hacia mayo le brotaban unas flores pequeñas y blancas que esparcían por el patio un olor dulce. Y después unos frutos morados y redondos, supuestamente no comestibles (aunque muchos niños de Preescolar los mordieron y no les pasó nada), que servían para jugar a las canicas.

Hoy van a derribarlo. Se ha hecho viejo y su tronco se ha ablandado, como hueso afectado por la artrosis. La madera presenta signos de podredumbre. Está enfermo.

La noticia ha corrido por el barrio. Los alumnos lo han dicho a sus padres, muchos de los cuales acudieron, de niños, también a ese colegio.

Por eso mucha gente asiste al derrumbe. Tres operarios van a talarlo. Mientras uno corta con la motosierra, los otros tiran de una cuerda atada al tronco.

Finalmente su tronco dobla y cae. Despacio, sin estrépito (las ramas amortiguan la caída), hasta quedar yacente en el patio. En ese patio que ya no será el mismo.

Cuando está en el suelo, muchos se acercan a verlo. El amputado tronco exhibe incontables círculos concéntricos. Hay quien arranca hojas y se las guarda en el bolsillo. Junto a una de las ramas se ve un nido. En el suelo hay trozos de cascarón: huevos de pájaro rotos al caer.

Algunos de los congregados se van sin despedirse, apresuradamente, temiendo que los otros les vean llorar por un árbol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario