Y ahora, queridos niños, vamos a convertirlo en mapa político.
Pero antes voy a pincharme, con este alfiler, un dedo. Ahora pongo unas gotas de sangre en la punta de la tiza y dibujo estas líneas sobre el mapa. Mirad, estas líneas que trazo se llaman fronteras. Las pinto así (rojizas: mezcla de sangre y yeso) para que, siempre que veáis un mapa del mundo, recordéis que sus rayitas se hicieron con sangre.
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