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miércoles, 19 de junio de 2013

QUÉ BIEN HABLO (Saiz de Marco)


Es un municipio rural, por lo que la venida de un técnico del Ministerio de Agricultura despierta interés. El funcionario ha comunicado al alcalde que, al igual que el año anterior, no sólo visitará embalses y obras de riego, sino que también se reunirá con los vecinos y les dará una charla.

El técnico de Agricultura se sienta en el salón del Ayuntamiento y empieza su exposición. Pero, al igual que el año pasado, cuando se refiere a las reservas de agua no las llama así sino “recursos hídricos”. Cuando alude a lo que miden los pantanos no dice medidas sino “parámetros”. Cuando menciona las clases de cultivo no dice clasificación sino “taxonomía”. Cuando habla de una práctica agrícola, en vez de práctica dice “praxis”. Cuando alude a una plaga de los árboles no dice enfermedad sino “patología”. Cuando quiere referirse a cooperación no dice eso sino “sinergia”…

Y ello a pesar de que está hablando a agricultores que conocen su oficio pero no tuvieron ocasión de estudiar. A personas sencillas que se expresan con sencillez. A gente que llama a las cosas por su nombre: por su nombre de verdad, por su nombre de siempre.

Al principio el técnico de Agricultura se alegra del interés con que es escuchado, pero, cuando lleva disertando unos minutos, se da cuenta de que su auditorio no cambia de postura, no cruza las piernas, no tose, no pestañea...

Tanta quietud le extraña. Tanto, que pierde la concentración y termina apresuradamente la charla.

El alcalde lo acompaña a la salida pero el técnico, al ver que los asistentes siguen sentados sin inmutarse, se acerca a uno de ellos y le tiende la mano.

Una mano que nadie estrecha porque el asistente continúa imperturbable.

Ante lo cual el alcalde, sabiéndose descubierto, se ve obligado a sincerarse:

-Pues verá. Como el año pasado no entendieron nada de lo que dijo, esta vez nadie quería venir a su conferencia. Así que, para que no se sintiera usted desairado, hablé con un cuñado mío, que tiene una tienda de confecciones, y le pedí todos los maniquíes (ya sabe, esos muñecos que se ponen en los escaparates). Y los he traído aquí, al salón municipal, para hacer bulto. Supongo que a usted no le importará. Total, aunque hubiera venido público tampoco se habría enterado de nada…

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