Si la concepción hubiera sido un segundo antes (a las 23:48:30), la persona concebida habrías sido tú, pero entonces tendrías los ojos verdes en vez de marrones.
Si la concepción hubiera sido un segundo después (a las 23:48:32), la persona concebida también habrías sido tú, pero entonces medirías un centímetro menos y tendrías el pelo castaño en vez de rubio.
Si la concepción hubiera sido más de un segundo antes (a las 23:48:29) o más de un segundo después (a las 23:48:33), entonces no te habrían concebido… a ti. Los cromosomas se habrían combinado de un modo muy distinto. No ya los genes de la altura, ni del color del cabello o del iris…, sino algo más profundo. Y el concebido sería otro. Tendría otra yoidad, otra sujetidad, otra autopercepción distinta de la tuya.
Tal vez le habrían puesto tu nombre, sí, pero sería otra persona.
Y entonces tú no existirías. Nunca habrías nacido.
Como tantos y tantos. Porque la mayoría de las personas innacen. La mayoría de las personas (o sea, no-personas) quedan ingénitas.
Casi toda la gente no nace nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario