Soy yo, cariño. Te llamo entre clase y clase para recordarte que me prepares la maleta. Ya sabes, para mi viaje de mañana.
-No te preocupes, ya he empezado a hacerla.
-Acuérdate de meter el traje a rayas, bien doblado. Y la corbata a juego, la de los pececitos. Ah, y los gemelos dorados. ¿Qué son esos ruidos?
-El pequeño, que se ha despertado. Voy a sacarlo de la cuna. Espera, que cojo el inalámbrico. Ah, es que se le había caído el chupete.
-Pues como te decía, que pongas también los gemelos. Y ya sabes: camisas y ropa interior para tres días. Bueno, te dejo, que tengo que dar otra clase. Hoy volveré tarde: debo terminar la última revisión de la ponencia.
-Entonces ¿no podrás ir a la reunión del cole?
-¿Qué reunión?
-Te lo dije ayer: con el profesor de apoyo, por el problema de Dani con las matemáticas.
-Pues se me había borrado. Pero no, no podré ir. ¿Por qué no llamas a tu madre para que se quede con los niños, y vas tú a la reunión?
-Bueno, lo intentaré. ¿Y de verdad no podrías ir tú?
-Pero, cariño, ya te lo he explicado: tengo que revisar la ponencia. Es un congreso muy importante, sobre “Estrategias Anti-discriminación”.
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