Se lo enseñaron en la Facultad y lo recuerda cuando ve al niño famélico, rodeado de buitres que aguardan su turno.
Un clic con la cámara y se aleja, seguro de que en la Redacción le felicitarán por su foto.
Pero algo no cuadra, algo chirría. Vuelve tras sus pasos, hace un corte de mangas a la Facultad y entrega al niño sus provisiones. Menos mal que aún guarda un resto de energía para masticar.
Y luego, mientras carga al niño sobre su espalda para llevarlo al coche, exclama:
-Que le den por saco a mi hernia discal.
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