LEE UN RELATO AL AZAR


Ver una entrada al azar

miércoles, 6 de marzo de 2013

CONFIESO QUE HE REÍDO (Saiz de Marco)


El niño tiene once años. Le han contado un chiste y él, a su vez, lo ha contado a otras personas. 

Le remuerde la conciencia y por eso el domingo va a confesarse. 

-Me acuso de haber contado un chiste. 

-Está bien, hijo, ¿era un chiste de mayores? 

-Es que en él interviene Dios y no sé si es pecado. 

El niño cree que, para obtener la absolución, tiene que contar el chiste al sacerdote. 

-Un obispo está jugando al golf con otra persona. Cada vez que el obispo equivoca un golpe, grita “¡coño, qué fallo!”. Su acompañante le dice: “Reverendo, no es propio de un obispo usar esa expresión. El Señor puede castigarle”. A la tercera vez que el obispo exclama “¡coño, qué fallo!” se abre el cielo y un rayo fulmina, no al obispo, sino a su acompañante. Ante lo cual una voz procedente del Más Allá grita: “¡coño, qué fallo!”. 

El confesor rompe a reír y durante un minuto (o sea, una eternidad) sus carcajadas se amplifican por el confesionario y retumban en las paredes. El niño siente que toda la parroquia lo mira mientras siguen sonando las risotadas y hasta el techo de la iglesia parece desternillarse. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario